jueves, 20 de noviembre de 2014

Cambiar lo que nunca cambió

Hoy, 20 de noviembre de 2014, se celebra el 39 aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco. Bajo sus años de mandato (1939-1975), las clases populares del Estado Español sufrieron su época más oscura, en cuanto a asesinatos, pérdida de derechos y libertades, represión…

El 18 de julio de 1936, una camarilla de miembros del Ejército Español da un golpe de estado en contra del gobierno vigente, a saber, la República Española. Este gobierno, responde al golpe de estado con una declaración de guerra. Los sublevados, apoyados en gran medida por los representantes del sistema feudal y por la burguesía ascendente que no habían llevado a cabo una revolución democrático-burguesa, inician una guerra civil. El gobierno republicano, para hacer frente al alzamiento, se vale de un frente interclasista integrado tanto por comunistas, anarquistas y socialistas, como por nacionalistas burgueses de, por ejemplo, Euskal Herria y Cataluña para defender la legalidad vigente. A pesar de tener claro para la clase obrera que luchaba contra el golpe fascista que en la barricada de al lado había soldados que defendían a la burguesía, entendieron que el verdadero enemigo en ese momento eran los fascistas que se habían alzado.

La oligarquía fascista española, junto con la ayuda de Alemania e Italia, obtuvo la victoria, iniciando así 36 años de dictadura del terror por parte de la oligarquía más reaccionaria y más chovinista, con el beneplácito de la Iglesia Católica, paseando al dictador Franco bajo palio de autoridades reservado exclusivamente al papa y obispos, y que le fue permitido al dictador caminar bajo él.

En 1975, con la muerte de Franco, se inició un proceso de reformas llamado Transición. Este proceso iba a llevar a cabo el cambio de dictadura a democracia, y se vendió que iba a ser el pueblo el que lideraría ese cambio. Sin embargo, es completamente visible que los altos cargos del gobierno franquista, en el supuesto cambio de régimen, continuaron en antiguos puestos o simplemente fueron cambiados de lugar. Otros, sin embargo, se integraron en los partidos políticos que fueron legalizados, e incluso algunos fundaron nuevos partidos.

Centrándonos en el Poder Judicial, podemos observar claramente cómo este marco es uno de los mayores exponentes del continuismo franquista. En 1977 se deroga el Tribunal de Orden Público (TOP), lo que hoy se conoce como Audiencia Nacional. Un buen número de jueces fueron cambiados de puesto, y fueron destinados a  la misma Audiencia Nacional (AN), al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ),  al Tribunal Superior de Justicia (TSJ)... Por poner algunos ejemplos, Francisco Pera Verdaguer fue trasladado de juez del Alto Tribunal en el franquismo al Tribunal Supremo después de la Transición. Rafael Gómez Chaparro, antiguo miembro del TOP, fue destinado a la Audiencia Nacional, y desde ahí concede un permiso carcelario a Lerdo de Tejada, condenado por los asesinatos de los abogados laboralistas de Atocha, el cual usa para escapar.

Es tan evidente, que hasta la Justicia argentina tiene que decretar órdenes de detención para antiguos magistrados, ministros y policías del régimen franquista. Por ejemplo, el mismo Rafael Gómez Chaparro se encuentra en la lista de la Justicia argentina de denunciados por crímenes franquistas. Naturalmente, el Gobierno Español, escudándose en la “Ley de Amnistía” firmada en 1977, se niega a detener a estos franquistas. Además, la policía española  representante de la oligarquía financiera se niega a detener a los 19 ex cargos franquistas reclamados por Argentina, los cuales están imputados por crímenes de lesa humanidad y torturas.


Por todo lo anteriormente mencionado, es necesario recalcar que la “democracia” que se instauró en el 1977 (bajo la mal llamada Transición) no suprimió esa dictadura abierta y chovinista que está totalmente latente en las instituciones del estado. Es por ello que hasta que no derroquemos el baluarte de quien explota, humilla y hace sufrir a la clase obrera no podremos verla liberada del yugo de la burguesía contra ella misma y las capas populares, y recuperar las libertades democráticas, tal como por ejemplo el derecho a la autodeterminación. Por eso mismo, es hora de que el proletariado de todas las nacionalidades que integran el estado español se quite la venda y dirija su lucha en contra de las instituciones que promueven y usan a los grupos fascistas para reprimir a la clase obrera, pues aquellas son la punta de lanza de la burguesía.

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